Existen más motivos que nunca para convocar una huelga general. Esta vez no vale lo de las motivaciones políticas, ni es una cuestión de fechas. Para lo que afecta al personal interino es fundamental esta huelga, pues le va en ello el propio puesto de trabajo, o cualquier trabajo que pueda surgirles al margen de la Administración de de Justicia. Para el personal titular siempre es una oportunidad de mostrar a la Administración que no está dispuesto a tragar con más recortes.
Es mi parecer pues que la decisión colectiva de convocatoria, ha de ser cuestión al menos de todos los sindicatos representativos. Sin embargo, la decisión individual de cada trabajador, funcionario o no, interino o titular, es personal e intransferible, cual es su situación personal o lo que dicte libremente su conciencia.
No creo que ningún sindicato representativo que se pueda considerar como tal pueda dejar de convocar o al menos adherirse a la convocatoria. No cabe mirar hacia otra parte, estamos ante el mayor ataque a los derechos de los trabajadores de este país, que además tiene un sector muy favorecido que no es precisamente el más necesitado.
Más todavía si está en juego el puesto de trabajo de un montón de empleados públicos con contrato laboral, e incluso en juego la privatización de servicios públicos, con la excusa de una crisis causada por los que van a salir beneficiados y quienes han sido cómplices necesarios de la misma, sin distinción de colores, por consentirlo.
En fin, quienes han convocado o se han adherido o al menos no han estado en contra de la huelga además de demostrar su compromiso con los trabajadores a las duras, cuando es difícil, han cumplido con su obligación. Ahora es cuestión de la conciencia de cada uno, de la libertad individual para optar por secundarla o no, y no creo que nadie tenga derecho a decir o hacer nada en contra de esa decisión Puede haber tantos motivos como personas.